Existen varias fases. El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Comercio, tiene establecidos canales de consulta permanente con las demás entidades del sector público, el sector privado y el resto de la sociedad civil, la academia y el Congreso de la República, con el objeto de informar detalladamente sobre el alcance de las negociaciones y recibir recomendaciones que son tenidas en cuenta en la construcción de la posición nacional.
Después de tener definida la posición se inicia una negociación con los representantes de los demás países y allí se discute qué puntos son favorables para nuestro país y cuáles para el de ellos. Se buscan temas comunes que beneficien a los empresarios y en general a la población de los países involucrados y se firman acuerdos. En la práctica, estas negociaciones toman su tiempo, se tienen que realizar consultas permanentes a cada país y se puede asistir a varias sin llegar a ningún acuerdo hasta el último momento.
Fecha y lugar de las rondas de negociación programadas para el año 2004.
En el transcurso de este año se realizarán cinco rondas de negociación, de las ocho programadas. El objetivo, es discutir los temas que cada país esta dispuesto a negociar dentro del tratado y las normas que regiran la integración comercial.
Los temas de negociación son:
- Acceso a mercados
- Medidas sanitarias y fitosanitarias
- Administración aduanera
- Reglas de origen
- Servicios
- Servicios financieros
- Contratos de distribución
- Telecomunicaciones
- Comercio electrónico
- Inversión
- Propiedad intelectual
- Política de competencia
- Compras de Estado
- Barreras técnicas de comercio
- Salvaguardia
- Solución de controversias
- Transparencia
- Asuntos institucionales
- Asuntos laborales
- Asuntos ambientales
- Fortalecimiento de capacidad comercial
- La primera ronda tuvo lugar en Cartagena el 18 y 19 de mayo, está ronda fue el inicio de la negociación.
- La segunda ronda comenzaron en forma en Atlanta, Estados Unidos, del 14 al 18 de junio.
- Se definió que la tercera ronda se realizará, del 25 al 28 de julio, en Perú. Agosto es un mes para repasar, revisar y evaluar lo que se haya hecho hasta ese momento y por esto no habrá reunión de los negociadores.
- La cuarta cita posiblemente tendrá como escenario en Estados Unidos, del 13 al 17 de septiembre.
- La quinta ronda aterrizará en Ecuador en octubre 25.
En noviembre hay elecciones en Estados Unidos por lo que la ronda se aplazará del 13 al 17 de diciembre.
Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos tienen muchos misterios por resolver.
No me refiero al carácter secreto y clandestino que se le ha querido dar a los borradores del Tratado con la absurda aceptación por parte del gobierno colombiano de la pretensión de los negociadores norteamericanos de que estos tengan una reserva de confidencialidad y que no puedan ser divulgados a la opinión pública.Es lógico que los Estados Unidos no quieran que se hagan públicas sus exigencias e imposiciones, como por ejemplo las que se han filtrado sobre la privatización de las telecomunicaciones o el desmonte de los pocos instrumentos de protección agrícola que tiene el país, por la natural reacción que se genera en contra de tan abusivas pretensiones. Lo que no tiene sentido, y es un misterio, es que el gobierno colombiano acepte estas condiciones, restringiendo la transparencia de las negociaciones y el debate público sobre esos temas.
Pero al misterio que quiero referirme hoy es al de la importancia que se le ha dado al TLC para el futuro de la economía nacional. Lo que nos dicen y repiten todos los días es que la firma de ese tratado es la clave de Melquiades para el despegue del crecimiento económico acelerado, para la generación de empleo, para la transformación radical de la estructura productiva del país que nos permitirá competir en el mundo globalizado. Fuera del TLC no hay salvación, es el mantra que repiten de los sacerdotes de la nueva religión.
Lo que es muy extraño, lo que es un verdadero enigma, es por qué esa importancia que se le atribuye al TLC es un factor totalmente nuevo dentro de las estrategias oficiales que sólo apareció hace unos ocho o nueve meses; un verdadero “aparecido” que no existía antes dentro de los planes y programas del gobierno. Veamos los hechos.
En el “Manifiesto Democrático” que recogía los 100 puntos del programa de gobierno del candidato Alvaro Uribe, el TLC no existe ni se menciona; la única referencia a una estrategia de comercio exterior se hacía en el punto 69 que hablaba de “impulso a las zonas especiales de exportación”. Tampoco en las presentaciones detalladas del programa económico de Uribe si se mencionaba el TLC: en los diversos foros donde se discutieron esos temas, el entonces coordinador económico de la campaña de Uribe y hoy Ministro de Comercio Exterior nunca hizo referencia explícita a negociaciones del TLC.
En su Discurso de posesión, donde el presidente Uribe trazó los lineamientos centrales de su gobierno, respecto del tema de la integración comercial se planteaba como objetivo principal el fortalecimiento de la Comunidad Andina y tampoco se menciona el TLC. Cuatro meses después el DNP presenta el documento de las “Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006, Hacia un Estado Comunitario” donde formula la estrategia de política de comercio exterior para el cuatrienio; allí, la cosa es de volverse loco como la famosa perrilla, tampoco se habla del TLC con Estados Unidos, sino de la Comunidad Andina, Mercosur, el mercado centroamericano y el Alca.
En la Ley 812 del 2003 por la cual se adoptó de manera oficial ese Plan de Desarrollo hace exactamente un año, aparece por primera vez en los documentos oficiales una breve mención expresa al TLC: dentro del capítulo de programas para impulsar el crecimiento económico sostenible y la generación de empleo, junto a más de 100 programas diferentes se menciona al pasar que “se harán esfuerzos dirigidos a consolidar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y otras naciones”.
Debe mencionarse que es un voluminoso libro de 994 páginas en el que el Banco Mundial consignó todas sus recomendaciones para la política económica colombiana en este cuatrienio, tampoco hay una sola mención al TLC como elemento importante de esa política.
Es un verdadero misterio. Si nadie en el equipo económico del gobierno, ni en el Banco Mundial estaba pensando en el TLC hasta hace un año, ¿por qué de la noche a la mañana este se convierte en el centro de la estrategia de desarrollo económico? ¿Tendrá algo que ver con los resultados de la visita del presidente Uribe a Estados Unidos a finales del año pasado?
EL NÚCLEO DEL TLC
Que la propiedad intelectual es el núcleo o el almendrón de las negociaciones del TLC, es prácticamente un consenso. En el seminario que sobre el tema organizó hace unos días la Fundación Agenda Colombia, que preside la ex ministra Cecilia López, se ratificó ese pensamiento. El conocimiento y los avances tecnológicos son el verdadero motor del crecimiento de las economías en este mundo globalizado. Y quien tenga acceso a ese conocimiento, o quien lo posea, es el que tiene la capacidad de crecer y por supuesto de hacerse más rico. Y aquellos a los que se les limite el acceso o se les haga imposible el mismo, por razones económicas, seguirán marginados y agobiados por los problemas sociales y por la pobreza.
El asunto es crítico. Lograr que los bienes ingresen al mercado estadounidense gracias a las rebajas arancelarias es importante y ayuda a crecer, pero no es algo de vida o muerte. Por el contrario si no logramos transferencia de tecnología en condiciones apropiadas o si nuestros recursos naturales o lo que llaman nuestra diversidad deja de ser nuestra porque se apropian de ella las multinacionales dueñas del conocimiento científico, eso sí es grave y compromete el futuro del país.
El tema es complejo y muy amplio. Va mucho más allá de lo que se ha debatido públicamente sobre fármacos y genéricos. Por supuesto que la salud pública hay que defenderla con todo y el acceso a medicamentos baratos es parte de esa lucha. Sin embargo el farmacéutico es apenas un punto de la agenda sobre la propiedad intelectual. Esta tiene que ver con patentes, con marcas, con los derechos de autor, con la piratería, con la apropiación de seres vivos como las plantas y animales, con la cooperación técnica y la transferencia de tecnología, con el Internet y con el derecho penal, pues se busca castigar con penas más severas a quienes infrinjan las normas que protegen el conocimiento y la tecnología. Los Estados Unidos lo que buscan, y eso lo dijo el señor Zoellick el año pasado, en una comunicación a la Cámara de Representantes de su país, es poner en línea a los países andinos con sus políticas, sus prácticas, sus leyes y todos los acuerdos internacionales sobre la materia.
Los Estados Unidos, se dijo en el seminario, utilizarán su gran poder político en esta negociación. La razón es clara. Detrás de ese poder político hay un gran poder económico, representado en todas las multinacionales propietarias de las tecnologías y del dinero para hacer investigación y desarrollo. Será muy difícil, también se dijo, que acepten lo que interesa a los países en desarrollo y otorgarán concesiones comerciales para que éstos le giren cheques en el campo de la propiedad intelectual. La negociación es en el fondo un asunto de billete. Uno de los conferencistas anotaba que para los negociadores norteamericanos no existían palabras como caridad, buena voluntad, salud pública, derechos humanos, conocimiento tradicional, derechos de los niños, tratamiento humanitario y objetivos del milenio. Es decir que en la negociación no se puede apelar a la inequidad social porque eso no conmoverá a la contraparte.
Este es un almendrón complicado. El consejo de hablar claro, fuerte y de tener temas no negociables, es un buen consejo que no podemos despreciar.
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