MARCO TEORICO:
Desde fines del siglo XIX, los científicos han observado un aumento gradual en la temperatura promedio de la superficie del planeta. Este aumento se estima que ha sido de entre 0.5ºF y 1.0ºF. Los diez años más calientes del siglo XX ocurrieron entre 1985 y 2000, siendo 1998 el año más caliente del que se tenga datos. Este calentamiento ha reducido las áreas cubiertas de nieve en el hemisferio norte, y ha ocasionado que muchos de los témpanos de hielo que flotaban en el Océano Ártico se hayan derretido. Recientemente también se ha observado cómo, debido a este aumento en temperatura, grandes porciones de hielo de Antártica se han separado del resto de la masa polar, reduciendo así el tamaño del continente helado.
La quema de basura presenta un serio problema para la salud de muchas personas expuestas a los contaminantes tóxicos que se encuentran en el humo. Los efectos inmediatos pueden incluir irritación de los ojos, problemas de respiración, y ataques de asma. Los efectos a largo plazo pueden incluir enfermedades respiratorias, daño a los pulmones o al sistema inmunológico, cáncer, y muerte prematura. Los bebes y niños, las personas de edad avanzada, y las personas con enfermedades como asma y enfisema son especialmente vulnerables a los compuestos tóxicos producidos al quemar la basura.
El humo se dispersa fácilmente a través de las vecindades, aún en las comunidades pequeñas. Muchas personas perciben la exposición al humo como una molestia pública, pero puede ser algo más serio. El humo liberado cerca del suelo significa que la contaminación proveniente de la quema de basura residencial puede afectar directamente la salud de aquellas personas que conducen la quema, sus familiares, y sus vecinos.
Los compuestos tóxicos producidos al quemar basura residencial pueden viajar grandes distancias y depositarse en el suelo, plantas, y mantos acuíferos. El residuo de ceniza de la quema (en el suelo o en un barril) contiene compuestos tóxicos que se pueden esparcir en el suelo y al manto acuífero. Los animales y los peces pueden ingerir estos contaminantes y acumularlos en sus tejidos; también las plantas pueden absorberlos. Estos tóxicos pueden ser transferidos a las persona que ingieran dichos alimentos contaminados. Por lo tanto, no basta con evitar la columna o nube de humo para eliminar el peligro potencial a la salud.
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